La anarquía como fenómeno proviene de la Grecia antigua. En ese entonces, algunas poblaciones sin argumentos justificables se quisieron sublevar a la autoridad que querían proponer los clásico como Platón y Aristóteles.
Así, algunos pensadores de la antigüedad griega quisieron proponer un sistema anarcos, sin autoridad alguna, donde el poder quedaría en manos del pueblo y no de los supremos. Este principio sin embargo eliminaba de tajo cualquier tipo de jerarquías y roles en la sociedad y por ello, posteriormente se dio a conocer como la anarquía.
Las ideas anarquistas, se promulgaron con la conquista del poder por parte de los soviets después de la revolución de febrero de 1917. En la antigua Rusia, se expandió con rapidez llegando a todo el mundo industrializado, de tal forma, que a finales del siglo XIX. Ya sus postulados se encontraban esparcidos en muchos territorios latinoamericanos. El anarquismo plantea un agresivo discurso anti capitalista, fomentando la ilusión de la emancipación de los pueblos, y atacando el capital por medio de lo que denominan “la revolución social”.
Para cumplir con su objetivo, los movimientos anárquicos propusieron la creación de uniones sindicales obreras con el fin de atacar a lo que llamaban “El estado burgués capitalista”, bajo la propaganda de “democratizar la producción de las industrias”.
El comunismo desde sus inicios se nutrió del anarquismo. En este se impuso la prevalencia de los violentos movimientos colectivos sobre los derechos individuales, y sus libertades, con el único fin de someter a los individuos en pro de un poder colectivo supremo.
De tal forma que, cuando se analiza el origen de la revolución francesa, por ejemplo, encontramos que sus tres principios básicos, igualdad, fraternidad y libertad, quedaron subyugados por su misma revolución al único principio de pasar por la guillotina a todo aquel que se opusiera o tuviera reparos sobre el devenir de la misma revolución.
La propaganda y la doctrina fue tan extrema a tal punto que al propio Dr. Joseph-Ignace Guillotin lo asesinaron por medio de la guillotina siendo víctima de su propio invento de castigo político.
Otros activistas como Bookchin invocaron a la solidaridad humana, el internacionalismo, la emancipación de los pueblos, y el éxito de la causa colectiva por encima de lo individual. Estas premisas se instauraron hasta antes de la revolución de los soviets cuyo punto culminante correspondió al ascenso al poder de una manera sangrienta, acabando con todo el orden universal establecido en la rusia imperial de los zares.
El ideario anarquista fue también representado en Europa por cuenta de Pierre Joseph Proudom y Mijail Bakunin sumado a Pirot Kropotkin, quienes defendieron a ultranza la ausencia de normas, la ausencia de autoridad, la ausencia de gobierno y la ausencia de estado, con el fin de instaurar un nuevo régimen donde, según ellos, primaran los derechos colectivos, sobre los individuales.
Así, las libertades individuales pasaron a un segundo plano, mientras que los derechos colectivos se impusieron con violentas purgas, desplazamientos y destrucciones de familias, y masivas hambrunas al resto de la población.
Los anarquistas piensan que la asociación voluntaria, sin Estado, o según ellos, sin diferencias de “clases”, e “igualitarias”, a través de la falacia de la propiedad comunitaria, y lo que llaman la socialización de los medios de producción, servicios y bienes de consumo, contribuye al bien estar y el progreso de la clase trabajadora en detrimento de la riqueza individual la cual deberá ser confiscada en favor de las clases menos favorecidas.
En realidad, lo que su régimen ideológico logró, fue la eliminación violenta de las libertades individuales y la represión más masiva y tempestuosa para imponer el poder totalitario del Estado en poblaciones que ni si quieran tenían derecho a la propiedad privada.
Es así como, como en el siglo XXI América latina se encuentra sumergida en el anarquismo y el caos por cuenta de los gobiernos progresistas del socialismo bolivariano del siglo XXI. En la práctica, lo que estos regímenes impusieron fue anarquía y el caos frente al orden establecido.
De tal forma que sus verdaderas intenciones detrás de conceptos como la “democratización de los medios de producción” o la “democratización de la propiedad privada”, en la práctica no es sino otro instrumento ideológico para eliminar el orden y las jerarquías sociales naturales, y con ello imponer la expropiación desde el Estado eliminando la libertad individual de los congéneres y el potencial de vida y de riqueza de las naciones.