El progreso tecnológico y el desarrollo de la cultura social, ha llevado al mundo a racionalizar el fenómeno de la existencia, y a encontrar en su sentido en formas y normas que han logrado la creación de la civilización humana. El proceso de desarrollo social, ha implicado por su naturaleza, la constante creación y cuidado de estructuras humanas a partir de su origen primigenio, la familia nuclear.

La defensa de la vida, desde el momento de la concepción es un valor esencial para la sociedad y para el concepto del ser humano. Sin embargo, en los últimos años, diversas ideologías e intereses de organizaciones han creado una campana inusual en la historia y contraria a la ciencia, donde se desconoce el carácter humano de la vida en el vientre materno, y la dignidad inherente del nasciturus, el ser humano en formación, no nacido.

La legalización del aborto en un gran número de países ha sido considerada como una gran victoria las mujeres. Pero más allá de ello, la mayoría de las poblaciones del mundo, incluyendo las propias mujeres desconocen la existencia de una industria multimillonaria que mueve grandes recursos, propaganda e incluso comercia con las partes restantes de los   asesinados. 

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