La geopolítica, es un término amplio que a veces se torna confuso de explicar y sin embargo es utilizado por todos los líderes o dirigentes del mundo en grandilocuentes discursos, pero que para el ciudadano del común representa una forma de política distinta de su vida diaria, que sin saberlo lo afecta directamente.
El término fue acuñado por el geógrafo Rudolf Kjellen y luego expandido por Karl Haushofer, quienes estudiaron las ramas de la geografía y sus implicaciones en la vida humana. Para el primero la geopolítica debe entenderse como un organismo vivo que tiene influencia dentro de un espacio físico determinado (territorio), un modelo económico (sistema), una sociedad y forma de gobierno (organización política), todo alimentado por el Estado como supremacía sobre el mismo sistema internacional. Y para el segundo la geopolítica es una ciencia del Estado que estudia no sólo las condiciones geográficas sino la misma acción política dentro de un espacio vital y las áreas económicas ampliadas. Como diría el filósofo Hobbes, es la forma de expresar los conflictos endémicos de cada pueblo, sus luchas, su finalidad y restablecimiento del orden.
Para el caso latinoamericano es muy importante analizar su lugar en el mundo, su historia y su geopolítica para replantear no solo su futuro como una potencia emergente sino como la que pueda dirigir los destinos de la humanidad. Entendemos por Latinoamérica la región del continente donde se hablan lenguas romances derivadas del latín, como son el español, el portugués y el francés. Posee una extensión de 17.819.100 kilómetros cuadrados, abarca el 42% del continente americano y el 12% de la superficie terrestre. Atraviesa la línea ecuatorial y el Trópico de Capricornio, Tiene las más grandes reservas de Cobre, de litio y de estaño, así como de petróleo, posee una fuente de materias primas. Su población es de más 357 millones de habitantes y tiene el 26% de agua dulce de todo el mundo, como el Acuífero Guaraní capaz de abastecer a la población mundial durante doscientos años, lo que la hace una tierra muy fértil.
Desde un punto de vista histórico, las repúblicas modernas que en su mayoría no tienen más de doscientos años de existencia, son producto de la balcanización de grandes imperios en el marco de las propuestas de la revolución francesa. Es decir la creación de Estados soberanos e independientes. Un ejemplo claro de geopolítica fue la puesta en marcha de la Gran Colombia. Un ideario de Simón Bolívar por fortalecer la reciente independencia de Sudamérica. Sin embargo, debido a las discrepancias de sus líderes, ambiciones y la falta de un proyecto realista que permitiera construir sobre nuestras propias bases socioculturales, ocasionó toda una suerte de improvisaciones que llevaron a guerras internas de las cuales aún hoy en día no se ha podido lograr una unificación nacional.
Dentro del proceso independentista, la política republicana en américa se suscribe en el proceso de la modernidad, es decir de las tesis revolucionarias de la mal llamada ilustración del viejo continente y algunos asomos de la mercantilización inglesa, imponiendo un modelo que no le correspondía, asunto que conllevo a una adaptación tardía. Como señala el filósofo Leopoldo Zea, citó: La adaptación y la adopción, en este caso, de los símbolos o modos modernos, aunque su discusión estuviese más del lado del intento de compatibilidad o no de la cultura americana y la cultura europea, lo que se hizo con la modernidad, y mucho más con la modernización, fue más una adopción que una adaptación a nuestras propias necesidades.
¿Cuál es el problema de fondo en Latinoamérica? Principalmente, la falta de una identidad. Entendemos por identidad, el sentido cultural de un pasado histórico, de una lengua, de una raza, de unas costumbres, de unos héroes antiguos y de una cosmogonía que se remontan al origen de lo que somos. Dicho aspecto contribuye a buscar una proyección de grandeza como pueblo, porque sin un sentido de identidad de quienes somos no podremos tener un sentido de pertenencia y por lo tanto jamás a una aspiración de orgullo nacional que nos convierta en una potencia.
Debemos asumir el quienes somos, es decir, una región latinoamericana mestiza producto del encuentro de dos mundos, que en sus venas recorre no solo el pasado ibérico romano, el visigodo, el Al-Ándalus árabe y por supuesto el cristiano español sino también de las más extraordinarias culturas precolombinas como la Maya, Azteca, Inca, Muisca, entre otras e incluyendo figuras como Bochica o Quetzalcóatl[1] , por lo tanto no es un asunto para avergonzarnos sino por el contrario comprender nuestras raíces para de esa misma manera proyectarnos en futuro mucho mejor.
Como lo señalamos al principio, Latinoamérica tiene la más vasta biodiversidad del mundo, nuestras tierras son benditas porque son fértiles, la mayor despensa agrícola si nos lo proponemos se encuentra en esta zona, porque hasta incluso la mayor fuente de recursos como el agua dulce o los recursos no renovables base de muchas tecnologías actuales. Lo único que nos hace falta es una visión a largo plazo como potencia mundial.
Desde la academia se deben replantear nuestras propias escuelas filosóficas que no solo se dediquen a importar material educativo sino también a producir reflexiones que permita aceptar el quienes somos y se busque articular procesos de mayor envergadura, dejar a un lado teorías que solo fraccionan nuestra identidad cultural para lograr una verdadera unificación latina.
Desde los sectores productivos e industriales se puede buscar integración bajo un modelo corporativo que busque salir de la mediocridad y de la microempresa para construir verdaderos emporios financieros, debemos sentirnos orgullosos de nuestro trabajo y eso incluye una justicia realista. Desde las familias, el fin último debe ser criar a los miembros de la comunidad latina más poderosa que el mundo jamás haya visto pero con una formación en valores, en disciplina y organización, de tal forma que podamos intentar superar todo obstáculo personal. Desde la política se debe buscar líderes que tengan en la cabeza proyectos a largo plazo, que no se discuta el robo de cada cuatro años sino la grandeza milenaria. Que se tenga la visión de financiar proyectos de ciencia, innovación y tecnología que permita la sofisticación de procesos y que al mismo tiempo se cuiden nuestras fuentes naturales.
En fin, se requiere una mirada holística para no continuar sirviendo a quienes imponen agendas y financian programas sino por el contrario la unión latinoamericana que tengan como prioridad el futuro de nuestros hijos que serán quienes continuarán el legado que les dejemos, repito, NO podemos seguir a la sombra de otras potencias, debemos iniciar nuestro propio camino, que como la historia nos ha enseñado, siempre ha sido dificultoso como peligroso pero que al final requiere de mucho valor y evocar nuestro pasado heroico para conseguir esta meta valiosa, una Latinoamérica unida para dirigir los destinos de la humanidad.