La revolución permanente fue un concepto elaborado y esbozado por Mao Tse Tung en la China comunista durante la segunda década del siglo XX, el cual plantea que se deben organizar una serie de conflictos sociales permanentes entre lo tradicional y lo que el denominada “las fuerzas del cambio del nuevo milenio”.
Para el caso de la dramática y vasta historia de la China de Mao, se presentó un conflicto similar al que se vivió en el Japón de comienzos de siglo, que realizaba una transición transición entre las culturas milenarias de su sociedad frente al proceso de industrialización.
Mao, con un poder totalitario, decidió de una manera ególatra derribar todo el sistema de valores existentes de la milenaria sociedad china con el fin de crear unos nuevos paradigmas sociales y culturales porque según el afirmaba tener un “Mandato Celestial”.
Previo a la llegada de Mao al poder, el desarrollo económico y social de la China se produjo en medio de una serie de mezclas heterogéneas entre los conquistadores extranjeros y lo local, pero hasta Mao, nunca se habían buscado transformar los antiguos valores de la sociedad heredados.
Estos valores de la China estaban marcados dentro del proceso de significación que establecía el confucianismo como doctrina de gobierno en la China.
Sin embargo, el proceso de cambio cultural comenzó a la cabeza de una nueva élite comunista, que en 1949 irrumpió desde el campo en actividades violentes para dominar las ciudades en un proceso liderado por Mao Zedong. Con una personalidad dominante y considerado como un implacable destructor.
A La violencia del régimen de Mao, se sumo la guerra de guerrillas contra el establecimiento, quien impuso a sangre y fuego la eliminación de las antiguas tradiciones chinas reemplazándolas por la ideología comunista.
La fractura social y económica de su régimen, al destruir la base productiva y las tradiciones sociales chinas, configuraron por ello, las más mortíferas hambrunas registradas en la historia humana.
Con ello, la verdadera revolución cultural de Mao, no fue sino una bandera para ocultar sus ambiciones totalitarias mediante la erosión de la sociedad civil y la tradición histórica y filosófica china.
La destrucción masiva de todos los artefactos cultures chinos, por ende, se constituyó en la prioridad estratégica de Mao para, fortaleciendo la “Revolución cultural”, iniciar el proceso masivo de culto a su personalidad.
De tal forma que las fracturas sociales, políticas y económicas que estamos viendo en lo que se conoce como el socialismo bolivariano del siglo XXI corresponden a las mismas estrategias de destrucción masiva de la china comunista de mao. Así, es probable que los valores esenciales que aglutinaba a la sociedad civil latinoamericana nunca se logren recomponer completamente porque fueron destruidos, como lo hizo Mao, en una estrategia marcial de revolución cultural.
Además, el daño moral, social político y económico que se configuro al invertir los valores tradicionales de la sociedad para construir un hombre nuevo como lo pregona el comunismo internacional y como lo ha defendido el comunismo latinoamericano ha producido la ruptura de una sociedad que por su naturaleza ha sido conservadora y tradicionalista, imponiendo la destrucción de su esencia a través del ataque a la familia.
Porque el marxismo siempre busca o quiere deconstruir la familia, para terminar lo que se conoce como el proceso de subversión cultural o revolución cultural de la nueva izquierda latinoamericana.
Lo anterior explicaría el origen de las crisis sociales, políticas y económicas permanentes con el fin de derribar lo antiguo para construir lo nuevo. Este seria el resultado final de la imposición de las ideologías marxistas durante los siglos XX y XXI.
Así mismo, tal estrategia destructiva se acompaña de nuevas narrativas culturales para recrear e imponer toda clase de conflictos sociales permanentes donde se encuentra por ejemplo la ideologia de genero, el aborto y la antropomorfización del medio ambiente frente a la soberania de los estados nacionales y la historia de las sociedades.